Un Vito Corleone despistado
Sánchez nos quiere hacer creer que es una pobre criatura que vive rodeada de armas y cadáveres y no sabe nada de muertos
Esto no iba de política, o por lo menos no fue nunca esa la idea. Pero esta semana, y ante la marea de noticias que está poniendo en jaque a la cúpula política de nuestro país, me ha empezado a picar la yema de los dedos. Así que lo primero disculpad. Estáis a tiempo de no seguir leyendo.
Siempre he observado con una mezcla de sorpresa y asombro a según qué grupos: amigos o conocidos que se juntan en comidas, cenas y sobremesas pero que, si estudias detenidamente a cada uno por separado, no tienen ningún lazo en común. Más tarde descubres que esa conexión es la cocaína; un pegamento que une más que la sangre. El polvo blanco no es que recorte distancias con el de enfrente, como sí sucede con el alcohol, sino que ejerce de imán. Une más que el fútbol o los toros porque no necesitas saber demasiado de nada en concreto para que, al tiempo que te abren las puertas de ese clan, te inviten a sentarte. Si quieres pasar horas alrededor de una mesa pintando líneas y hablando de nada específico, tienes que rodearte de aquellos que busquen en su tertulia lo mismo: la nada.